Por Ana Gaditana
En esta ocasión les voy a hablar con gusto de José Monge Cruz, Camarón de la Isla, el más grande cantaor de flamenco, según opinión de muchos y según el enorme éxito discográfico obtenido, que ha dado jamás la historia de este arte. Nació en la isla gaditana de San Fernando, en Cádiz, en 1950, y tuvo una vida corta, pero intensa en lo que a hacer buen flamenco se refiere.
No puedo recordar cuándo escuché a Camarón por primera vez, como tampoco cuándo oí los primeros acordes de la guitarra de mi padre. Su voz forma parte de los sonidos que me han rodeado desde siempre, desde que tomé conciencia de mi propia existencia. En mi casa siempre ha habido cintas de flamenco: Lole y Manuel, El Lebrijano, Pansequito, El Turronero, El Cabrero, Bernarda y Fernanda de Utrera, Rancapino, Juanito Villar, Chano Lobato, Bambino, El Chato de la Isla, El Beni de Cádiz y un larguísimo etcétera. Y, sobre todo, Camarón.
Acuden a mi memoria aquellos enormes tocacintas (radiocasetes se les llama aquí) de la época en los que se reproducían cintas que, en no pocas ocasiones, salían maltrechas del aparato, con todas sus tripitas enganchadas entre las pequeñas piezas internas del reproductor. Y nunca podré olvidar los paseos en el Seat 133 familiar, donde también se escuchaba flamenco en los reducidos espacios de silencio que dejaban tres niñas revoltosas.